miércoles, 2 de abril de 2014

Pena...



Ese maldito 12 de mayo del 2013 empezó el primer día del resto de mi vida.
Y con el mi enorme, incansable, persistente, inverosímil, injusta y dolorosa Pena.
Muchas veces me encuentro llorando, y muchas otras, aunque nadie puede verlo, la que llora es mi alma, y no importa que es lo que haga, no hay manera de consolarla.
La pena es eterna, no se va, se convirtió en una parte de mí.
Es eterna porque mi amor es eterno.
La pena que siento es como una casa, en donde los sillones se olvidaron de acomodarnos, los espejos de reflejarnos, las paredes de contenernos.
Cuando algo se rompe, un cristal, una madera, una roca, hace un ruido característico, pero cuando el corazón se rompe, es totalmente silencioso.
Es un camino solitario, en donde otros podrán estar ahí, cerca, y escuchar, pero camino solo, a mi ritmo, con mi dolor, mis heridas, mi negación, mi furia, mi amargura.
Quizás encuentre mi paz, pero será por mi mismo, en mis tiempos, a mi manera.
No se porque escribo esto, o a lo mejor si, será que busco siempre tu aprobación a todo lo que hago.
Solo escuchar el nombre Bautista hace que mis ojos se llenen de lágrimas, pero también es música para mis oídos. 

Mama te extraña mucho, mucho.
Ella respira día a día, pero se siente desfallecer,
Parece una mujer joven, pero por dentro es una anciana,
A veces sonríe, pero su alma llora,
Camina, habla, trabaja, cocina,
Esta acá, pero una parte de ella ya esta en la eternidad, con vos. 

Te amo…Mucho
Papa.